Históricamente, en nuestra sociedad, los abuelos han jugado un papel muy especial. Cuidan, educan y transmiten amor y conocimiento a sus nietos y, en muchas familias, asumen el papel de padres. Pero más allá de todas las cuestiones sociales y emocionales, ¿qué tiene que decir la genética sobre este vínculo entre abuelos y nietos?
La influencia genética transmitida por los abuelos
Las influencias genéticas y emocionales que recibimos de nuestros abuelos dejan una huella duradera en nuestras vidas. Llevamos muchas de tus características, no solo físicas -como esas de las que alguien nos dice “wow, eres la viva imagen de tus abuelos”-, sino que también compartimos mucho de tu historia, cultura y abolengo. ¡Tenemos mucho más en común con nuestros abuelos de lo que pensamos!
¿Cuánto heredamos del ADN de nuestros abuelos?
Nuestro ADN se encuentra dentro de las células de nuestro cuerpo y está organizado en estructuras llamadas cromosomas, donde se encuentra la mayor parte de nuestra información genética.
Los humanos generalmente tenemos 23 pares de cromosomas, es decir, 46 en total. Mientras que la mitad de ellos los obtenemos de nuestra madre biológica, la otra mitad la obtenemos de nuestro padre. Es decir, podemos considerar que compartimos aproximadamente el 50% del ADN con cada uno de nuestros padres biológicos.
A partir de esta información, y haciendo un simple cálculo matemático, se estima que heredamos alrededor del 25% del material genético de cada uno de nuestros cuatro abuelos. Vale la pena mencionar, sin embargo, que este no es un valor exacto, sino presunto, porque debido a la recombinación genética, la herencia genética ocurre completamente al azar.
Esta mezcla de información genética transmitida de generación en generación explica, por ejemplo, por qué podemos tener algún parecido físico con nuestros abuelos, como el color de ojos.
¿Y los linajes?
Pero cuando pensamos en los linajes maternos y paternos, también disponibles en la plataforma de resultados de Genera, este escenario es un poco diferente.
El linaje paterno se determina a partir del cromosoma Y, que los hijos del sexo biológico masculino reciben solo del padre y, por lo tanto, no está disponible para las personas que nacieron con el sexo biológico femenino. Ese cromosoma recibido del padre biológico lo recibió su padre, y así sucesivamente. Es decir, para este cromosoma específico, las personas que nacieron con sexo biológico masculino tienen un 100% de correspondencia con su abuelo paterno.
El linaje materno está determinado por otro tipo de material genético: el ADN mitocondrial. Este ADN está presente en las mitocondrias, orgánulos responsables de la energía celular. La mitocondria, por su parte, se transmite únicamente de la madre a sus hijos biológicos, y fue recibida por su madre. Por lo tanto, nuestro ADN mitocondrial coincide al 100 % con el de nuestra abuela materna.
Características y predisposiciones en común
Además de algunas similitudes físicas, heredamos mucha información genética de nuestros abuelos, incluidas algunas predisposiciones y características de nuestro organismo que incluso pueden influir en nuestra salud y bienestar, rutina y comportamientos.
Si ya te has hecho una prueba de Genera, ¿qué tal si le das a tus abuelos -o a cualquier familiar que prefieras- una prueba de descendencia, salud y bienestar? ¡De esta manera puede comparar sus resultados y descubrir qué rasgos genéticos tienen en común!
Descendencia, orígenes y costumbres
Junto a la genética, también se transmiten de generación en generación algunas costumbres y tradiciones, y eso dice mucho de nuestros orígenes y raíces ancestrales. Al comparar nuestros resultados de descendencia global con las tradiciones familiares y la historia familiar contada por nuestros abuelos, podemos encontrar muchas similitudes y significados.
Además, la genética es solo uno de los factores que nos unen a nuestros abuelos. Realizan múltiples funciones a lo largo de nuestra vida, como cuidar, transmitir valores, contar tradiciones familiares y jugar, lo que puede llevarnos a tener gustos, aficiones e incluso talentos en común.
Reflexionar sobre todo esto nos puede traer buenos recuerdos, ¿verdad? Y tú, ¿alguna vez te has parado a pensar en lo que tienes en común con tus abuelos?