¿Tienes una rutina de skincare? ¿acostumbras a cuidar tu piel?

Skincare es uno de esos términos que han cobrado tanta importancia en los últimos años que casi no necesita presentación. La palabra proviene del inglés y significa, literalmente, “cuidado de la piel”. Seguro que conoces a alguien que siempre está haciendo mascarillas de arcilla para la cara o probando diferentes marcas de productos para la piel. Eso es el cuidado de la piel.

Puede que el cuidado de la piel haya adquirido un nombre más moderno, pero esta práctica no es tan nueva. Según los investigadores, hay pruebas de la existencia de los cosméticos faciales desde la antigüedad, más concretamente hace cinco mil años. En aquella época, los habitantes de Sumeria o Babilonia, por ejemplo, ya utilizaban el barro y diversas plantas, como el anís, la canela y la mostaza, para embellecer su piel. En el Antiguo Egipto se utilizaban productos a base de manzanilla, romero y tomillo para proteger la piel del clima árido y los vientos del desierto.

Las técnicas han evolucionado mucho con el tiempo, siguiendo el desarrollo de las industrias farmacéutica y cosmética. Hoy en día, existe una enorme variedad de productos para el cuidado de la piel, como cremas, geles, ácidos, jabones y exfoliantes, cada uno de ellos dirigido a un tipo de piel diferente y con fines distintos, como la protección contra los rayos del sol, la hidratación, el tratamiento contra el acné o el efecto antiarrugas.

En medio de estos avances, una ciencia que surgió como aliada del cuidado de la piel fue la genética. ¿Sabías que nuestro ADN guarda información importante sobre los riesgos relacionados con nuestra piel, que puede ayudarnos a cuidarla mejor?

 

La genética del cuidado de la piel

Como muchos otros aspectos de nuestro cuerpo y nuestra salud, algunas características de la piel pueden estar determinadas por nuestros genes. Conocer estas particularidades puede ayudarle a elegir los productos y tratamientos más recomendados específicamente para nuestra piel.

Envejecimiento

La genética es un factor determinante en el envejecimiento de la piel, lo que significa que tu ADN puede darte pistas sobre el aspecto que tendrá tu piel en el futuro. Las arrugas, por ejemplo, puede ser una característica heredada por nuestra genética. Según los estudios, ciertos genes están asociados a la existencia de arrugas faciales. Cuando una persona tiene ciertas variaciones en estos genes, heredadas por sus familiares, tiene una mayor propensión a desarrollarlas.

Lo mismo ocurre con la flacidez de los párpados y la capacidad antioxidante de la piel. Con el paso del tiempo, la piel pierde de forma natural sus niveles de colágeno, una proteína responsable de garantizar su firmeza y elasticidad, provocando la flacidez de los párpados. La afección, además de afectar a la estética, puede causar trastornos de la visión e irritación de los ojos. La edad avanzada también provoca daños oxidativos en la piel, lo que conduce a la pérdida de células y, en consecuencia, al envejecimiento cutáneo.

Ambas condiciones pueden ser influenciadas por el ADN. Podemos heredar de nuestros padres una variación de un gen que puede protegernos contra la flacidez de los párpados. Si no recibimos esta variación, tendremos una mayor probabilidad de desarrollar flacidez en los párpados.

La acción de las proteínas que neutralizan los efectos tóxicos en la piel y retrasan el envejecimiento también depende, en parte, de una variación de nuestros genes. Cuando esta variación se hereda, nuestra piel tiene una mayor capacidad antioxidante y puede no mostrar signos de envejecimiento de forma temprana.

 

Vitaminas

Nuestra genética también influye en la retención de las vitaminas que protegen la piel. La vitamina C se obtiene al consumir ciertos alimentos, como los cítricos y el brócoli, y participa en la producción de colágeno. La deficiencia de esta vitamina puede provocar la flacidez de la piel y también síntomas como la fatiga, la pérdida de peso y el sangrado de las encías. Hay proteínas en nuestro cuerpo que se encargan de la absorción de esta vitamina y su funcionamiento depende, en parte, de la genética.

Del mismo modo, los niveles de vitamina E en nuestro organismo también pueden depender de nuestro genotipo. Esta vitamina, que se encuentra en las verduras de color verde oscuro, la yema de huevo y las semillas oleaginosas, además de reforzar el sistema inmunitario, puede proteger la piel de la radiación ultravioleta.

Pigmentación y acné

Otro aspecto que puede influir en el cuidado de la piel es la capacidad de nuestro cuerpo para producir melanina. La melanina es un pigmento marrón que da color al cabello, los ojos y la piel. Los niveles de este compuesto en nuestro cuerpo están determinados por la genética e influyen en nuestra sensibilidad a los rayos ultravioleta y en el riesgo de hiperpigmentación. Los genotipos que producen menos melanina son más propensos a las quemaduras solares y tienen una menor capacidad de bronceado.

Nuestros genes también están relacionados con la aparición de manchas en la piel, pecas y melasma. Algunas personas tienen una variación genética que compromete el sistema de pigmentación de la piel y conduce a una producción excesiva de pigmentos, causando hiperpigmentación.

La predisposición al acné también puede heredarse de nuestros antepasados, ya que existe un gen relacionado con la inflamación de la piel. Ciertas personas reciben de sus ancestros variaciones en este gen que conducen a un mayor riesgo de desarrollar acné. Por este motivo, las personas con antecedentes familiares de acné grave tienen más probabilidades de verse afectadas por esta enfermedad.

Más allá de la genética

Aunque todas las condiciones y características mencionadas anteriormente tienen que ver con nuestra genética, nuestros genes no son sus únicos determinantes. También están muy influenciados por los factores ambientales.

Los factores ambientales son aquellos que no están asociados a nuestro genotipo, es decir, se refieren a características externas que pueden provocar la aparición de una determinada enfermedad. Algunos factores ambientales son el clima, la alimentación y el uso de medicamentos.

Por ejemplo: aunque la genética indica una predisposición a las arrugas faciales, el comportamiento de una persona puede desempeñar un papel importante en relación con esta característica. La exposición prolongada al sol y a los contaminantes puede intensificar la aparición de arrugas, mientras que el cuidado continuo de la piel, como el uso de protectores solares y productos cosméticos, puede ralentizar el proceso de envejecimiento.

Lo mismo ocurre con otras condiciones. La deficiencia de vitaminas puede tener que ver con los hábitos alimentarios de la persona y la capacidad antioxidante de la piel puede mejorarse con la actividad física regular y la reducción de los niveles de estrés.

 

Test de ADN

Entender su ADN puede darle las herramientas para cuidar su piel de una manera mucho más eficiente. Puedes descubrir las características y predisposiciones de tu piel a partir del Test de Ancestralidad, Salud y Bienestar de Genera.

Con el informe Genera Skin, incluido en los paquetes Standard y Premium, recibirá información específica sobre su piel y sugerencias sobre cómo cuidarla mejor. Además, hay otros paneles relacionados con la salud que le indicarán, por ejemplo, sus predisposiciones a diversas enfermedades, cómo reacciona su cuerpo a diferentes medicamentos y qué ejercicio es mejor para su cuerpo.

Obtenga más información sobre los test de Genera y lo que incluye cada paquete. También puede ver un ejemplo de cómo se presentan los resultados.

 

Referencias

GONZÁLEZ-MINERO, Francisco José; BRAVO-DÍAZ, J. Luis. The Use of Plants in Skin-Care Products, Cosmetics and Fragrances: Past and Present. Cosmetics, v. 5, n. 50, p. 1-9, 2018.

HAMER, Merel A. et al. Facial Wrinkles in Europeans: A Genome-Wide Association Study. Journal of Investigative Dermatology, v. 138, p. 1877-1880, 2018.

LATREILLE, Julie et al. MC1R Gene Polymorphism Affects Skin Color and Phenotypic Features Related to Sun Sensitivity in a Population of French Adult Women. Photochemistry and Photobiology, n. 85, p. 1451-1458, 2009.

LAVILLE, Vincent et al. A genome wide association study identifies new genes potentially associated with eyelid sagging. Experimental Dermatology, v. 28, n. 8. p. 892-898, 2019.

MAJOR, Jacqueline M. et al. Genome-wide association study identifies common variants associated with circulating vitamin E levels. Human Molecular Genetics, v. 20, n. 19, p. 3876-3883, 2011.

NAVAL, Jordi; ALONSO, Vicente; HERRANZ, Miquel Angel. Genetic polymorphisms and skin aging: the identification of population genotypic groups holds potential for personalized treatments. Clinical, Cosmetic And Investigational Dermatology, p. 207-214, 2014.

WANG, Hongyan et al. Variants in SELL, MRPS36P2, TP63, DDB2, CACNA1H, ADAM19, GNAI1, CDH13 and GABRG2 interact to confer risk of acne in Chinese population. The Journal Of Dermatology, v. 42, n. 4, p. 378-381, 2015.